El impacto silencioso de la ansiedad infantil: claves para detectarla y tratarla

En las últimas décadas, la ansiedad infantil ha ganado una mayor atención tanto en el ámbito clínico como en la sociedad en general. Aunque la ansiedad es una respuesta natural al estrés, en los niños puede manifestarse de manera desproporcionada, afectando su desarrollo emocional, académico y social.
Comprender este fenómeno es esencial para ofrecer el apoyo adecuado y prevenir consecuencias a largo plazo.
¿Qué es la ansiedad infantil?
La ansiedad infantil se refiere a estados de preocupación excesiva o persistente que superan las demandas reales de una situación. Puede manifestarse a través de temores irracionales, inquietud constante o la evitación de ciertas actividades o contextos. Aunque algunos niveles de ansiedad son normales y esperables en ciertas etapas del desarrollo, como el miedo a la oscuridad en la infancia temprana, la ansiedad se convierte en un trastorno cuando interfiere significativamente en la vida diaria del niño.
Entre los trastornos de ansiedad más comunes en la infancia se encuentran la ansiedad por separación, el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias específicas. Estos trastornos pueden ir acompañados de síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales o fatiga, lo que dificulta su identificación como un problema emocional.
Factores que contribuyen a la ansiedad infantil
La ansiedad infantil es el resultado de una interacción compleja entre factores biológicos, psicológicos y ambientales. Algunos niños pueden tener una predisposición genética hacia la ansiedad, mientras que, en otros, las experiencias de vida juegan un papel importante. Factores como el estrés familiar, el acoso escolar, la sobreexigencia académica o la exposición a noticias alarmantes pueden aumentar los niveles de ansiedad.
Además, el estilo de crianza tiene un impacto considerable en la regulación emocional de los niños. Los padres que son sobreprotectores o excesivamente críticos pueden, sin darse cuenta, fomentar una mayor dependencia o inseguridad en sus hijos, lo que a su vez aumenta su vulnerabilidad a la ansiedad. Por otro lado, la falta de apoyo emocional puede dejar al niño sin las herramientas necesarias para enfrentar situaciones difíciles.
Cómo identificar y abordar la ansiedad infantil
Detectar la ansiedad infantil de manera temprana es crucial. Los niños pueden manifestar su malestar a través de cambios en su comportamiento, como irritabilidad, aislamiento social o dificultades para concentrarse. También es común que no expresen sus miedos de forma directa, lo que resalta la importancia de que padres y educadores estén atentos a las señales.
El tratamiento de la ansiedad infantil suele incluir una combinación de enfoques.
La terapia cognitivo-conductual es una de las intervenciones más efectivas, ya que enseña a los niños a identificar y desafiar pensamientos irracionales, así como a utilizar estrategias de relajación. En casos más graves, puede ser necesario considerar la intervención farmacológica bajo la supervisión de un médico.
A nivel familiar, fomentar una comunicación abierta y crear un ambiente seguro y estable son aspectos fundamentales. Los padres pueden ayudar modelando respuestas saludables al estrés y promoviendo la resolución de problemas. Además, es importante limitar la exposición a factores estresantes innecesarios, como el uso excesivo de tecnología o el acceso a información inapropiada para su edad.
La ansiedad infantil no solo impacta a los niños, sino también a sus familias y comunidades. Reconocer su existencia y abordarla con sensibilidad puede hacer una diferencia significativa en la vida de un niño. Con el enfoque adecuado, es posible ayudar a los niños a desarrollar resiliencia y habilidades para enfrentar los desafíos de la vida.
Elena Beato Murcia, es psicóloga clínica en Red Cenit